La actualidad del pase o la perversión de la "aletósfera"*
- Conferencias y textos
- 18 abr 2019
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 22 feb
Camila Vidal
El psicoanálisis, al decir de Rimbaud, es absolutamente moderno y prueba de ello es que podido predecir nuestra actualidad con la declinación del padre como figura y el malestar concomitante en lo social. Sin embargo su contemporaneidad radical no debe confundirse con su adaptación a lo social y todo el despliegue actual de las redes sociales, las sesiones vía Skype, Zoon, Duo, etc. no dejan de ser un rasgo más de cómo se adentra la per-versión del padre en nuestra época y como se degeneran las prácticas clínicas.
Ahora algunas mutuas de seguros médicos ofrecen consultas vía internet, el colmo de la depravación de denigrar el verdadero saber semiótico de un buen médico donde no puede no explorar, tocar el cuerpo.
No debemos olvidar dos cosas, la primera nuestra historia reciente cuando JAM introduce el fax y posteriormente mails y webs, que en el mejor de los casos solo han servido a título informativo y en el peor como descarga emocional como podemos recordar muchos en la ruptura del 98.
La segunda cosa es la propia recomendación de Freud de salir de la inmediatez –tan habitual en las redes sociales- y no debatir los trabajos hasta tiempo después de su presentación en los Congresos psicoanalíticos.
Pero hay una tercera arista no menos relevante: el cuerpo representa siempre una dificultad para el ser hablante que constantemente intentamos eludir.
Ya Lacan nos advirtió sobre los efectos que el maridaje de ciencia y tecnología con el capitalismo producen en el parlêtre, con la promoción de un goce solitario en donde el cuerpo efectivamente, pareciera haber dejado de ser un problema, por la simple razón de no entrar como variable.
Es por eso que muchos psicóticos encuentran en las redes sociales la posibilidad de establecimiento de algún tipo de vínculo que de otra manera les estaría vedado, es también la causa de que encontramos cada vez más analizantes que dicen poder tener relaciones sexuales por internet pero ser incapaces de tenerlas ante la presencia de un partenaire en la realidad o incluso, que algunos se resistan a retomar sus sesiones presenciales. El goce indecible que el cuerpo transporta, es siempre causa de incomodidad, de molestia para uno mismo pero muy especialmente en la relación con el otro.
Esto ya está en el lenguaje, en ese dicho tan común, por lo menos en español, de dar la cara. Y es que efectivamente “dar la cara” no es fácil, introduce una dificultad para el que quiere decir algo, introduce el cuerpo allí donde uno quisiera poner solo palabras.
Y eso es de lo que se trata justamente en el análisis, hacerle sentir al analizante que no son sólo palabras, que su cuerpo está allí comprometido, que el cuerpo es el nudo del lenguaje mismo.
Este compromiso es cada vez más esquivo. Por ello no se trata solo de la presencia del analizante en el dispositivo. El analista paga con su cuerpo nos decía Lacan en “La dirección de la cura”, siguiendo el dicho freudiano: nadie puede ser ajusticiado in absentia o in Effigie [1]
Es a través de esta presencia, en el aquí y ahora del encuentro analítico, como lo pulsional toma cuerpo demostrando al analizante que no se trata sólo de palabras.
Así como en la sexualidad humana no se trata del orgasmo final, fácilmente accesible en la más absoluta soledad como nos mostraba Woody Allen con su máquina orgásmica, sino del lazo imposible de una relación que no existe y que, por ese mismo hecho, no deja de producir, en cada uno de nosotros y en lo cultural mismo, todo tipo de complejizaciones que hacen a lo propiamente humano; en el análisis no se trata de lo que uno dice, de las verdades o mentiras que confiesa, de ningún conocimiento sobre uno mismo al cual se accede, sino del lazo transferencial que permite una forma de acceso a eso pulsional silencioso, en donde lo que está comprometido es el goce imposible del cuerpo hablante.
De la misma manera, en el pase, se trata de hacer sentir a los pasadores que no se trata solo de palabras y por eso creo que la presencia de ambos, pasante y pasador, es necesaria. En mi propia experiencia como pasante una pasadora me hizo notar que algo de la presencia real de mi cuerpo allí, en ese momento, le había permitido corroborar una cuestión precisa que yo traía en mi relato, le hizo apreciar que no se trataba solo de palabras.
Es verdad que podemos pensar que la presencia del cuerpo se juega a través de los objetos puestos en juego en una entrevista virtual, pero no olvidemos que tanto la mirada como la voz aparecen claramente distorsionadas en los dispositivos virtuales: hacia donde miro para encontrarme con la mirada del otro ¿a la pantalla o a la cámara?
¿Me mira a mi o a alguna otra cosa?
La voz no solo pierde su tonalidad propia, sino que ha de tomar un tono y un nivel diferente como muy bien sabemos los que tenemos problemas en las cuerdas vocales, sino que además se producen silencios aleatorios a causa de la conexión, difícilmente discernibles de los subjetivos, la voz entrecortada en ocasiones también hace necesario preguntarse si es una vacilación del sujeto o un problema con la red…
Estoy de acuerdo en que los análisis han de continuarse, no podemos detenerlos sine die, también hemos de acoger nuevas demandas pues hay urgencia subjetiva en ellas que no podemos eludir, sin embrago pienso que ni nuestra Escuela, ni el psicoanálisis en sí mismo tiene ninguna urgencia de nuevos AAEE, las urgencias en este momento son otras.
Hay, entonces como ya se señaló, diferentes niveles en el dispositivo del pase y a mi entender, el más sensible, para la cuestión que nos ocupa es el encuentro entre el pasante y los pasadores. Es ahí donde veo la dificultad de un encuentro virtual y es ahí también donde sí creo que no es posible aplazar sine die tampoco el trabajo de los pasadores con los carteles del pase, a mi entender, los pases que han llegado a este punto deberían finalizarse.
Podemos hacer dos cosas. Lanzarnos detrás de la gran maquinaria a la carrera de progreso, que a mi entender tenemos perdida o aprovechar la coyuntura para abrir un tiempo de reflexión y elaboración de un trabajo de doctrina cuyos resultados puedan ser comunicados no solo a la Escuela para que ésta realice su crítica, como nos indica Lacan, sino correlativamente puestos al alcance de esas sociedades que (cito a Lacan en la Proposición), aunque nos hayan excluido, no dejan por ello de ser asunto nuestro. Hoy que estamos en pleno debate también sobre la polis, este trabajo parece cada vez más necesario sino pretendemos dejar caer al psicoanálisis en la irrelevancia por la que corre el riesgo de deslizarse
Lo que hoy decidamos aquí no va a poder ser revertido fácilmente puesto que es cierto, que el mundo camina hacia lo virtual, no está en juego únicamente el dispositivo del pase sino una cuestión más general sobre el dispositivo analítico mismo.
No es adaptándonos a los aires de nuestro tiempo como vamos a conseguir hacerlo pervivir, realmente no creo que fuese eso lo que nos indicaba Lacan cuando decía aquello de:
“…Mejor, pues, que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”, sino recuperando algo del espíritu subversivo que los discursos de Sigmund Freud y Jacques Lacan tuvieron en la subjetividad de las épocas en las que los desplegaron y que para nada se adaptaron al contexto social que habitaban.
Freud claramente proscrito por la clase médica y Lacan finalmente vilipendiado por los jóvenes del 68 a los que no les decía lo que ellos querían oír a pesar de todos sus requerimientos y no, seguramente, porque no simpatizara con el movimiento, sino porque esa no era su labor como psicoanalista. Su labor como psicoanalista era interpretar desde el psicoanálisis el momento que estaban viviendo para poder así adelantar sus consecuencias y eso era lo que hacía, adelantándonos que la perversión sería el rasgo de los tiempos venideros con la primacía de la imagen.
Sin entrar en fomentar riesgos innecesarios, que menos que adentrarnos en la peste que a dado un buen cachetazo a los estultos que creen dominar pandemias.
Hoy más que nunca es hora de dar la cara y exigir clínicos sin miedo a la muerte.
* Aletósfera, neologismo introducido por Jacques Lacan en el Seminario 17, en la clase "Los surcos de la aletósfera" para introducir unos objetos denominados letosas, y que es retomado por Jacques Alain Miller para hacer referencia al mundo de Internet y sus derivaciones en las redes sociales.
[1] Freud, S. 1912. Sobre la dinámica de la transferencia. Obras completas. Amorrortu editores. Buenos Aires 1991. Volumen XII. Pág. 105
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