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Interpretación y goce.

  • Foto del escritor: Conferencias y textos
    Conferencias y textos
  • 8 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 9 mar

El goce como interpretación.

Hugo Monteverde


"...el analista cura menos por lo que

dice y hace que por lo que es."

Comentario citado de "La Psychanalyse d´aujoud´hui" por Jacques Lacan sobre

uno de los artículos que a modo de una ácida crítica subraya en "La dirección de la cura".


La cita del encabezamiento, expuesta por Jacques Lacan para ejemplificar una forma nefasta de pensar las articulaciones del tratamiento psicoanalítico, nos parece que merece una respuesta precisa.

Es hora de contraponer el orden de razones de una "reeducación emocional" basada en una identificación al psicoanalista versus la buena manera de pensar la dirección de la cura basada en un nuevo posicionamiento en el goce por parte del analizante al final de su psicoanálisis.

Debemos reflexionar como el decir influye en aquello que "es" por excelencia, el goce; y como aquello que "es", una determinada manera de gozar influye sobre la posibilidad de interpretar.

Hay una real paradoja en la irónica frase del encabezamiento, que extrajimos de los Escritos de Jacques Lacan, pues si bien es cierto que el psicoanalista no cura por lo que él "es", es indudable que la propia mecánica del dispositivo ya ejerce de primera hora unos ciertos resultados de cura por lo que "es".

Muchas veces comprobamos como el propio desenvolvimiento de la transferencia, al ponerse en marcha unas entrevistas preliminares, tiene por si mismo efectos terapéuticos. Sabemos que esto no es suficiente y que el decir del analista no será indiferente a la dirección de la cura, al logro a largo alcance de este objetivo, más allá de circunstanciales pacificamientos del sufrimiento sintomático. Pero no es menos cierto, que la propia posición gozante del analista en el dispositivo no es ajena a los efectos del desarrollo de una cura. Como que el goce que por si mismo produce el dispositivo analítico funciona de manera benéfica en la reducción sufriente de los síntomas.

Esto es tan elemental, que muchas veces, muchos psicoanálisis se abortan más por lo que el analista no pudo trasmitir desde su posición de goce que por lo que pudo haber enunciado. Es decir, que muchos análisis se interrumpen por lo que no se pudo interpretar más que por lo dicho.

Pero además, no sólo se trata de expresar lo correcto, de darse cuenta de qué decir, sino de enunciarlo en el tiempo de goce oportuno.

No es menos cierto, por otro lado, que frente a determinados momentos cruciales en una cura el decir oportuno del analista sólo se garantiza si éste logra permanecer en una determinada posición gozante.

Por todo lo expuesto se deduce que la formación del analista en su análisis didáctico es un problema capital, pues sólo un determinado cercamiento de su goce puede garantizar su correcto hacer y expresar.

Desde unas determinadas posiciones gozantes, por otro lado, se pueden escuchar únicamente ciertas cosas.

Invirtiendo el sentido inicial de la ironía lacaniana podríamos afirmar que el analista en verdad no cura tanto por lo que dice y hace sino por lo que "es" en tanto goce, dado que sólo éste podrá garantizar un cierto decir y un determinado hacer en el momento oportuno.

Así el Dispositivo del Pase no sólo debe corroborar un determinado buen decir, una precisa forma de producción y de elaboración teórica, sino además una específica destitución en los goces iniciales del psicoanalista como analizante. Para decirlo todo, el Pase debe ser la garantía de certificar una real diferencia en el gozar al final del análisis.

Por todo ello el simple decir, o la posibilidad de producción teórica despejada al final de un psicoanálisis no es suficiente por si misma.

La novedosa Dimensión Pública de su Decir no es lo fundamental exclusivamente, sino que la localización de la cura en su goce en el Dispositivo del Pase y esa trasmisión es esencial.

Sólo la certificación novedosa en el gozar del sujeto es condición sine qua non. Y ésta se observa a simple vista en el lazo social, es decir de cómo la pulsión se articula en un quehacer.

Diferencia de goce que pueda dar una real garantía en el hacer clínico, en la medida que esta nueva traza pulsional permite un nuevo escuchar, un flamante decir y un fresco hacer en los momentos clínicamente oportunos.

Se trata por tanto de cercar al goce en lo que tiene de interpretación al final de la cura.

El psicoanalista cura menos por lo que dice y hace que por lo que "es", en tanto este goce permite un novedoso escuchar, hablar y actuar.

Solamente desde un determinado "ser de goce" se puede apuntar a lo esencial de la Spaltung, la ignorancia del sujeto y el acto en el quehacer psicoanalítico de la interpretación.

 
 
 

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