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El Futuro clínico del psicoanálisis.

  • Foto del escritor: Conferencias y textos
    Conferencias y textos
  • 18 abr 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 22 feb

Hugo Monteverde

Marcas de la ciencia en la erótica del cuerpo.


Desde la cirugía estética, la ortopedia de los trasplantes de órganos, las propias intervenciones de “reasignación de género” con sus terapias de androginización, o masculinización hormonales, la ciencia nos muestra como su discurso se enreda, se articula, sin ambages a una erótica del cuerpo y que no escapa a las leyes de la sexuación.

Ahí donde nuestra época nos muestra una precariedad cada vez mayor de la complejidad a nivel de lo simbólico, el cuerpo y la imaginarización de nuevas formas de sintomatología somática nos señalan toda su magnificencia para asombro del discurso médico y de las ideologías de una política de debilidad mental en las pretendidas sociedades del seudo bienestar social.

Lacan no se detuvo en la metáfora paterna y desde el Seminario 16 en adelante se adentra en una nueva clínica de lo borroneo donde planteará diversas formas de nominación.

No es un más allá del Edipo, sino simplemente el funcionamiento de otras formas de anudamiento subjetivo donde el Nombre del padre toma unas características que no se reducen exclusivamente a la tríada imaginaria del padre, la madre y el niño en el interjuego de la clásica erótica que nos presenta el discurso de Sigmund Freud.

Jacques Lacan nos sugiere otras formas de anudamiento, por cierto menos funcionales a los ojos de una concepción normatizante, pero no por ello no menos funcionales.

¿Cómo es posible concebir tal cuestión?

Es verdad que adentrarnos en ello es ir a un territorio poco explorado pero donde la clínica que se adviene en un futuro próximo deberemos tener presente.

Tanto en campo lacaniano, como el freudiano han estado más preocupados por reflexionar sobre los términos “políticos” de nominación de sus respectivas escuelas que por los aspectos contemporáneos de esta nueva clínica que nos propone Jacques Lacan.

Concebir una nueva clínica, desde lo borromeno, no supone nuevas categorías clínicas pues estas siguen ahí.

Ni el psiconálisis, ni otras subjetividades, ni discursos inventan nuevas categorías clínicas.

La Teoría Queer con sus preformativos derridianos no muestran más que la pobreza del pensamiento de nuestra época.

Las neurosis, las perversiones y las psicosis con sus ignotos campos del esquizoide autismo o sus transexualidades –como campo privilegiados de las diferentes fallas en la sexuación- siguen ahí como siempre, sin más variaciones que las acomodaciones propias de una época en la que se despliegan los efectos perversos del discurso de la ciencia.

Sin embargo los anudamientos que nos llevan a las categorías clínicas de siempre no se reducen a las débiles categorías, que hoy por hoy, reflejan el sencillo discurso Edípico.

Una erótica más salvaje y no menos efectiva parece marcar nuevas formas borromeas de anudamiento que nos arrojan a una clínica donde lo corporal va tomando lugar frente a un simbólico del sentido.

Las estructuras psicóticas funcionales y los rasgos de perversión van tomando terreno sobre la neurosis.

La interpretación cede lugar al acto en nuestra práctica y de allí que una eludización de esta clínica del nudo a la que nos convoca Lacan sea de una importancia princeps para los tiempos que se avecinan.

Para Lacan lo serio de esta clínica es desplazar el concepto de castración freudiano a lo que supone la falla. La falla como lo que conformará el funcionamiento de una estructura subjetiva y que al mismo tiempo presentará una funcionalidad subjetiva. Esta falla será al mismo tiempo más evidente en la mecánica subjetiva en la medida que al alejarse de la erótica edípica su funcionamiento presentará una mayor pobreza “simbólica” o lo que es lo mismo una mayor dificultad interpretativa por las vías clásicas.

El estructuralismo, es lo serio, nos señala Lacan en el Seminario 16 y lo es por sostener una teorización desde el punto de falla, desde el eslabón más débil de la cadena como elemento consolidador de ella.

Lo serio del pensamiento estructuralista y del psicoanálisis lacaniano en su lógica borronea se inscribe en esas otras reflexiones basadas en el error como el sofisma del tiempo lógico en su aserto de certidumbre anticipada, el número de oro hallado por Leonardo de Pisa, la delirante apuesta de Blaise Pascal o sofistificación matemática de Johannes Kleper donde el propio Jacques Lancan tropieza en que eso cae o tal vez se escapa ¿Porqué no? Lacan también tropieza, de allí su genio como el de Freud.

La clínica del siglo XXI será la de comprender las diferentes fallas de preclusión en la estructura subjetiva, sus suplencias perversas y el anudamiento borromeo funcional de las mismas.

La cuestión de toda elucubración verdadera, concierne a una clínica actual y futura que ira radicalizando lo precluso, y pasa por fundamentarla en su propia falla.

En nuestra disciplina, el psicoanálisis, esa falla se expresara en ese “plus de goce” que remite el objeto pequeño “a” y que como fracaso de toda inscripción fálica inunda la reflexión del diagnóstico diferencial en sus diferentes vertientes y mecanismos, aunque esto no suponga nuevas estructuras clínicas.

El discurso de la ciencia y su práctica no es ajena a esta nueva manera de entender una praxis clínica que aún esta por construir en la disciplina psicoanalítica, pero donde no tendremos más remedio que hacerla si queremos que la practica psicoanalítica sobreviva en un futuro.

20 de abril de 2010. Málaga

 
 
 

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